En el ámbito pediátrico, la administración adecuada de líquidos por vía parenteral representa una herramienta crítica para salvar vidas. La Asociación Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han publicado guías actualizadas que subrayan la importancia de personalizar el tratamiento según la edad, peso y estado clínico del niño. Las tendencias actuales están migrando hacia un enfoque más conservador en el volumen administrado, con soluciones isotónicas como estándar de primera elección.
Instituciones como Mayo Clinic y la Universidad de Harvard están investigando el impacto de los desequilibrios electrolíticos y su relación con la sobrehidratación en pacientes pediátricos críticos. Este conocimiento impulsa a los profesionales de salud a capacitarse continuamente en el manejo de la fluidoterapia, no solo por su eficacia, sino para evitar errores que pueden ser letales.