Uno de los mayores retos que plantea la inteligencia artificial en salud no es técnico, sino ético. ¿Puede un algoritmo decidir quién recibe un trasplante o prioriza una cirugía? Según estudios de la Universidad de Oxford y reportes del Consejo de Bioética del Reino Unido, la implementación de IA debe estar acompañada de marcos legales claros y principios de justicia distributiva.
El profesional de la salud del futuro no solo deberá entender cómo funciona un algoritmo, sino también saber cuestionar su aplicabilidad. Esta conversación entre tecnología y humanidad está apenas comenzando, y marcará la ética médica del siglo XXI.