La salud mental de los profesionales sanitarios ha cobrado una relevancia sin precedentes tras los eventos vividos durante la pandemia. Estudios recientes del British Medical Journal y del sistema de salud del Reino Unido (NHS) evidencian que entre el 45% y el 60% del personal médico ha experimentado síntomas de ansiedad, depresión o agotamiento psicológico desde 2020.
En respuesta, han surgido modelos innovadores de apoyo emocional implementados en centros hospitalarios de alto nivel. Por ejemplo, el NHS en Inglaterra desarrolló un sistema de “guardianes del bienestar”, compuesto por colegas entrenados para identificar signos de estrés y derivar a los profesionales a servicios especializados. Este enfoque ha mejorado significativamente la retención del personal y reducido los reportes de burnout.
Asimismo, la Universidad de Yale en colaboración con el Hospital Mount Sinai en Nueva York ha integrado sesiones de terapia cognitivo-conductual grupal en el entorno hospitalario, dirigidas por psicólogos clínicos. Los resultados preliminares muestran una disminución del 30% en los síntomas depresivos tras ocho semanas de participación.
La Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomiendan que las instituciones sanitarias adopten un enfoque preventivo que incluya programas de resiliencia, pausas activas durante los turnos, líneas de ayuda psicológica y una cultura de liderazgo empático.
El bienestar emocional del personal médico no solo impacta su calidad de vida, sino también la seguridad y calidad del servicio que brindan a los pacientes. La evidencia científica actual respalda una visión integral del cuidado del profesional, en la que el soporte emocional es tan prioritario como la capacitación técnica.